Durante los primeros años después de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo, había muy poca circulación de libros.
Las obras religiosas destinadas a la conversión de los indios que se traían de Europa, no llenaban los requerimientos locales. Hacían falta cartillas para enseñar a leer, doctrinas y catecismos escritos en el dialecto de los pobladores. Además, las primeras generaciones de criollos necesitaban material didáctico que les enseñara la fe católica.
Fray Juan de Zumárraga, el primer obispo de México, estaba consciente de la necesidad de tener medios de difusión más eficaces para evangelizar. Es por esto que le propone al Virrey de la Nueva España, Don Antonio de Mendoza, solicitar a la Madre Patria una imprenta y un molino de papel.
Carlos V aceptó la petición de Mendoza y ordenó que se hiciera los arreglos necesarios para establecer un taller tipográfico en la Ciudad de México.
El Consejo de Indias, que era el encargado de los asuntos de América, le dio a Juan Cromberger el privilegio para la impresión de libros en la Nueva España. Esto lo hacía acreedor del monopolio de producción y venta de obras impresas.
Las obras religiosas destinadas a la conversión de los indios que se traían de Europa, no llenaban los requerimientos locales. Hacían falta cartillas para enseñar a leer, doctrinas y catecismos escritos en el dialecto de los pobladores. Además, las primeras generaciones de criollos necesitaban material didáctico que les enseñara la fe católica.
Fray Juan de Zumárraga, el primer obispo de México, estaba consciente de la necesidad de tener medios de difusión más eficaces para evangelizar. Es por esto que le propone al Virrey de la Nueva España, Don Antonio de Mendoza, solicitar a la Madre Patria una imprenta y un molino de papel.
Carlos V aceptó la petición de Mendoza y ordenó que se hiciera los arreglos necesarios para establecer un taller tipográfico en la Ciudad de México.
El Consejo de Indias, que era el encargado de los asuntos de América, le dio a Juan Cromberger el privilegio para la impresión de libros en la Nueva España. Esto lo hacía acreedor del monopolio de producción y venta de obras impresas.
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